Sunday, April 09, 2006

Recuerdos del futuro

Columna publicada en El Sur el 8 de abril de 2006

Por estos días el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, ha lanzado un áspero ataque al negocio de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Señaló que en el sector hay poca competencia, comisiones demasiado elevadas y, en general, una rentabilidad patrimonial de los operadores superior a la de otras empresas del sistema financiero.

La invectiva resulta consistente con el programa del actual gobierno y, desde luego, con el hecho de que ya esté sesionando una comisión, presidida por Mario Marcel, que abordará una futura reforma del sistema de pensiones. Sin duda, ahora se hablará mucho del tema, y los analistas y opinólogos de la cosa pública derrocharán afiladas y pertinentes reflexiones.

Todo perfecto y viento en popa. Excepto por algunas cuestiones implícitas que nada tienen que ver con el tema de fondo y mucho con su comunicación, su arribo (real o presunto, mediato o inmediato) al cielo de la opinión pública.

Puse las AFP como ejemplo de asuntos sobre los cuales la sociedad ya tiene formada una opinión definitiva desde hace mucho tiempo; temas que al ser puestos en la agenda política y mediática suenan poco novedosos, redundantes, como si se estuviera descubriendo la pólvora o repitiendo un mal chiste. Esto vale para todos los ámbitos y todas las carteras. Cualquier cosa que en lo sucesivo se vaya a decir, cuestionar y argumentar sobre, por ejemplo, el sistema de isapres, ya ha sido archidiscutido y zanjado en las sobremesas domingueras de los hogares chilenos, a la luz de la ingrata experiencia de tanta gente que se ha sentido tocada en algo tan esencial como el derecho a la salud.

Creo que aquí se está produciendo una supeditación que no es conveniente y que tal vez no sea deliberada sino inercial, herencia de épocas informativamente más cerradas.

Una cosa es la factibilidad política de abordar ciertos temas complejos con miras a la adopción de medidas concretas, y otra muy distinta es el tema como tal, que casi siempre preexiste en la sociedad como discurso y -ya lo creo- como realidad palpable para mucha gente.

En las postrimerías del gobierno de Ricardo Lagos hubo un gran debate sobre la distribución del ingreso. Los líderes de opinión abordaron el asunto como si fuera nuevo, recién descubierto, como si el fenómeno y su monstruosa desproporción se remontaran cuando mucho a dos o tres años.

Aquí claramente hay algunos canales cortados. Cuando los temas están archizanjados en la sociedad, deberían posicionarse rápidamente en la agenda pública. Pero ello no sucede: su arribo tarda años. Y no por mala fe de alguien. Simplemente, en Chile eso que se llama sociedad civil es una realidad incipiente, todavía débil, carente de masa crítica para que funcione adecuadamente y tenga cierta capacidad de bombeo.

La discusión de los temas acuciantes ha de ser multidimensional y partir en la base. Hoy, en la era de internet y la hiperinformación, esa sincronía es más posible que nunca.

Luis Alberto Maira